martes, diciembre 19, 2006

Life on Mars

El otro día estaba yo viendo la Premier League en Canal Plus. Era un Manchester United-Manchester City, que finalmente ganó el United, por si a alguien le interesa. Cuando terminó el partido, quité el Digital+ y puse un momento la tele normal, esperanzado de coger en la Sexta Futurama. Pero nada. Total, puse la 1, y cuando me dispuse a apagar la tele, empezó un anuncio, y dije: a mi la música me resulta extrañamente familiar. Era el típico anuncio pretendidamente sentimental que hace ahora TVE con motivo de su 50 aniversario. Y la canción que sonaba es la misma que encabeza el título. Life on Mars, de, si no recuerdo mal, Hunky Dory, de Bowie.

Yo he de reconocer que no soy demasiado fan de Bowie. Si me gusta, y lo suelo escuchar bastante, pero no le considero ni mucho menos uno de los artistas cuya discografía me llevaría a una isla desierta anteponiéndolo a Beatles, Led Zepp o Pink Floyd. No soy ningún experto en su discografía, y apenas hay discos que considere imprescindibles para mi. El que sí sería sagrado sería, sin duda alguna, The rise and fall of Ziggy Stardust. Me parece un disco casi casi perfecto, y mi favorito de este camaleón. Tiene temazos como Ziggy Stardust, Starman o Sufragette City, sobre todo este último, que me recuerda de forma alucinante a Lou Reed y a la Velvet.

Cuando normalmente quiero picar a Mr. Ambiguo le digo que Bowie me parece un mediocre y un músico del montón. No lo pienso, pero la verdad es que algunos de sus discos surgidos a partir de los 80 me hacen pensarlo a veces. Probablemente, estaría dentro del top ten de artistas durante la década de los 70 (siempre presidida por Led Zeppelin y con los Rolling Stones fuera de ella, ¿Por quién me tomáis?), para mí, detrás de Iggy (lo siento mucho, pero entre Bowie e Iggy me quedo con este último). Bueno, en breve espero postear una canción de este señor, pero versionada por Nirvana, que para mí es la única versión de una de esas canciones tan grandes que alcanza el nivel del original, The man who sold the world.

Los dos siguientes post serán dedicatorias, una que debí hacer el domingo, y otra que se me ocurrió ayer mismo mientras ojeaba mis casettes de The Beatles. ¿Quién será?



Por cierto, aviso para el señor Corte inglés, como vuelva a ver un disco de Led Zeppelin en la categoría de heavy al lado de Kiss o demás, le quemo el kiosko, que lo sepa.

viernes, diciembre 15, 2006

Let there be rock

Parto de la base de que todos, al menos una vez en nuestras vidas, hemos escuchado AC/DC. O al menos los nacidos a partir de 1979. ¿Que no? ¿Quién de vosotros no ha escuchado uno de los riffs más famosos de la historia? Como alguno estáis pensando, en efecto, me refiero a Highway to hell, una canción que, por muy sobreexpuesta y radiada que esté, no deja de ser un temazo, y el icono de una banda legendaria.
Y hablando de iconos. Pocas imágenes serán más célebres en la historia del rock que la de Angus Young (Javi, este si es el de los pantalones cortos) vestido de colegial, pegado a su Gibson, haciendo el Duckwalk, en homenaje al monstruo Chuck Berry.

Y es que la primera vez que uno escucha AC/DC, que probablemente será Highway to hell, sabe que esa canción es famosa por algo, porque es de esas piezas que no se olvidan, y una de las cosas que marca su estilo es la voz de Bon Scott. Como dije de Lemmy, quizás sea una voz sucia, y con un timbre un tanto apagado, pero cuando el cabrón se pone frenético, es imposible que no te sientas atraído por su música, porque irradia un carisma abrumador. Y como ha dicho el impçio mayor en su respuesta al post anterior, era una de las personas más queridas del rock de los 70. Ozzy, gran amigo suyo, le compuso, junto con Randy Rhoads, el magno, Suicide Solution. Una casualidad, a mi parecer, es que el mejor álbum de la banda no lo cante él. Back in black es probablemente el mejor disco de AC/DC, que comienza con las campanas de Hell's bells, y aún recuerdo cuando pusieron la canción en el campo del Schalke, todos los sevillistas con el himno del Arrebato y yo con AC/DC. De imaginar lo que podría haber sido ese disco con la voz de Bon Scott se me ponen los pelos de punta. Brian Johnson merece todo mi respeto, porque mantiene el tipo bastante bien, pero no es Bon Scott. El disco se editó así en honor a Bon, todo de negro.

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Es una banda que, como todas las grandes del rock, se basa en el blues. Un blues bastante retorcido y sucio, pero blues al fin y al cabo, y Angus Young supo asimilar todas sus influencias, desde Chuck Berry hasta Robert Johnson, pasando por Jimmy Page o B.B. King, para crear unos riffs únicos y unas melodías que se te quedan grabadas en la memoria. El otro día estaba viendo unos vídeos suyos en Londres, y todos corriendo, y en especial Bon Scott, sin camiseta, y lo que menos parecían era una banda de rock, parecían unos acabaos, un yonki treintañero acompañado de cuatro adolescentes imberbes, en especial Angus Young, que no perdió esa cara de teenager pajillero hasta que no empezó a perder pelo.

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La canción que voy a poner está lejos de ser una de mis favoritas, Let there be rock, ya que yo pensaba poner The Jack, Live Wire (¡QUÉ BAJO!) Dirty Deeds done dirty cheaps, Big Balls, Rocker, o alguna del Higway to hell... pero como al señor Impío le apetecía poner esta, no podía negarme, puesto que acertó la pregunta del anterior post. Enjoy!

lunes, diciembre 11, 2006

¿¿¿???

Hoy voy a poner uno de los post más cortos que jamás se van a ver en este blog, aunque muchos digan que son largos. Voy a proponer algo sencillo: adivinar quién canta. Es su primer grupo, y está fuera del registro por el que se hizo famoso. Entiendo que la mayoría no acierte, pero el Impío mayor no puede fallar. En dos días pondré una canción del grupo de este hombre. Por cierto, si alguien pensaba mirar el título, he cambiado el nombre.




P.D. No me he olvidado de Bowie

viernes, diciembre 08, 2006

Ogre Battle

Alargando la mano acercóse después
al osado señor que en su lecho yacía,
palpó con su garra al heróico Beowulf.
Rápido entonces alzóse el valiente
dispuesto al ataque. Allá de inmediato
quedó convencido el falaz criminal
de que nunca en el mundo, jamás en la tierra,
con otro topó que tan fuerte agarrara.
Terror espantoso le vino en su pecho:
con súbita prisa invadióle el deseo
de huir al fangal con los malos demonios.
¡Encontróse con algo que nunca hasta entonces
allá le ocurriera!

El pariente de Hýglac pensó en las palabras
que dijo esa tarde: apretando con fuerza,
en la garra del ogro los dedos rompió.
El gigante tiraba, el varón no cedía;
el monstruo famoso trataba de huir,
procuraba escapar, si posible le fuera,
a su ciénaga oculta. ¡Su zarpa notaba
en el puño enemigo! ¡Mal en el Hérot
le fue en su visita al feroz malhechor!


Resonaba en la estancia, gran miedo tenía
la gente danesa, los bravos señores
que el burgo habitaban. ¡Disputábanse ambos
con furia terrible el hermoso palacio!
Fue gran maravilla que firme la sala
aguantase el combate, que en pie resistiese
la excelsa morada; pero fuerte la hacían,
por dentro y por fuera, tirantes de hierro
muy bien trabajados. Abundante destrozo
causó entre los bancos que le oro adornaba
-así se refiere- la horrible pelea.
Nunca pensaron los sabios del pueblo
que nadie en el mundo pudiese dañar
de tan mala manera la rica mansión,
la adornada con cuernos, si no era prendida
y quemada en las llamas.

Poderoso y extraño se oía un rugido.
Era mucho el espanto de todos los hombres
del pueblo danés que afuera del muro
escuchaban los gritos, el lamento del ogro
enemigo de dios, su canción de derrota,
el quejido doliente de un ser infernal.
Agarrábalo firme elvarón cuya fuerza
ninguno igualaba de todos los hombres
que entonces vivían. Decidido se hallaba
el señor de guerreros a hacer que muriese
el voraz visitante; no creía que a nadie
trajera provecho el que vivo quedase.
En torno a Beowulf sus bravos blandían
las viejas espadas queriendo salvar
de peligro a su jefe, al famoso señor,
si posible les fuera. Mas aquellos vasallos
de recio coraje, que por todos los lados
poníanle acoso al dañino enemigo,
no hallaban la forma de herirlo de muerte:
al torvo proscrito espada ninguna
que hubiese en el mundo, ni el hierro mejor
abatirlo podía, pues él con su magia
hechizaba las armas, sus filos de guerra.
El destino, no obstante ordenó que este día
su fin llegase al feroz malhechor
y que por siempre se hundiera en el reino infernal
de los malos demonios.

Allá comprendió el que tantas desgracias
le había causado con gozo perverso
al género humano -oponíase a Dios-
que poco su cuerpo aguantarle podría;
por la mano atrapado teníalo el bravo,
el pariente de Hýglac. ¡Cada uno del otro
la muerte buscaba! Dolor espantoso
el monstruo sintió: ahora en el hombro
un hueco mostraba; los tendones saltaron,
rompiósele el hueso. ¡Fue de Beowulf
la gloriosa victoria! Herido de muerte
Grendel huyó a su ciénaga oculta,
a su torva guarida; claramente veía
que al término ya de su vida llegaba,
al fin de sus días. El fiero combate
acabó con las penas del pueblo danés.

Salvó de este modo el de lejos llegado
animoso y prudente, la sala de Hródgar,
la libró de enemigos. Satisfecho quedó
de su hazaña nocturnas. El príncipe gauta
cumplió su promesa a la gente skyldinga,
así terminado con todos los males
y horribles desgracias que antaño sufrieron,
las grandes injurias que mucho agobiaron
al pueblo danés. Como claro trofeo,
el varón victorioso la mano colgó
con el brazo y el hombro -completa se hallaba
la garra de Grendel- de la alta techumbre.

Acabáis de leer un fragmento de la obra de épica anglosajona Beowulf, que narra como el héroe homónimo derrota al ogro Grendel en el palacio del rey danés, que no es Poulsen, por si alguno se lo preguntaba, si no Hródgar. En ella Beowulf logra cortarle el brazo al ogro infernal y lo cuelga en la sala del Hérot, palacio real, a modo de trofeo. Todo ello es un pequeño anticipio para Queen, Ogre Battle, del Queen II. Enjoy it!

lunes, diciembre 04, 2006

Me and the devil blues

Robert Johnson podría ser considerado como la primera leyenda del rock n roll. Pero lo de leyenda va más allá de lo típico que se cuenta de que murió joven y consumido por las drogas. Su vida en sí ya fue leyenda, una auténtica historia de película, y yo llegaría a dudar de su existencia si no fuera por las 29 canciones que dejó y las dos fotos por las que se le conoce. Desde su nacimiento hasta su muerte, todo lo que se sabe de él es que fué un nómada que anduvo por todo el sur de Estados Unidos aprendiendo a tocar la guitarra y follándose a prostitutas y mujeres casadas, además de ser un tipo violento y alcoholizado, una mezcla entre Lee Marvin y Afi. Si normalmente suelo decir que Jimi Hendrix es el mejor guitarrista y el más influyente, se lo debe a este genio, que fue su mayor inspiración cuando el monstruo de Seattle empezó tocando en pequeñas bandas de blues.

Comenzó siendo un guitarrista bastante mediocre, ensimismado más en dominar el uso de la armónica mientras su madre trabajaba en las plantaciones de algodón. De su escasa habilidad para tocar la guitarra y que posteriormente sea recordado como un monstruo del instrumento viene la leyenda, una más, de que selló un pacto con el diablo. Como normalmente se dice, si alguien quiere tocar el mejor blues, debe ir a un cruce de caminos de un estado del sur de los Estados Unidos y tocar unos acordes a las 12 en punto de la noche. Entonces, el diablo se aparecera y se podrá firmar un trato con el que ser capaz de tocar el blues mejor que nadie. Pues bien, yo no dudo de que este hombre lo hizo. La primera vez que lo escuché fue porque el ambiguo Marcos Domínguez me habló de él, hace un año o así, y es de esas cosas que tu piensas: ¿Cómo coño no lo he escuchado antes?.

Algo parecido debió sentir Keith Richard. El otro día, en la Casa del libro, había un gran libro que se titulaba Blues, y la portada era una de las dos fotos por las que se conoce a Robert Johnson. Estuve ojeándolo por encima y contaba qe Keith Richard la primera ver que lo escuchó en casa de, si no me equivoco, Brian Jones, le preguntó a Jones que quién era el otro guitarrista. Richards palideció cuando este le dijo que era únicamente Robert Johnson quien tocaba la guitarra. Maestro de maestros, Led Zeppelin, Clapton, Allman Brothers, Dylan o Grateful Dead le han versionado o han asumido sus composiciones para crear a partir de ellas. En otra categoría van los Rolling Stones, que ni son maestros ni nada, solo unas momias seniles que se dedican a vivir de la época de Brian Jones (chúpate esa, Mick Jagger).

En principio iba a poner mi favorita de Johnson, Preaching Blues, pero creo que con el asunto de la leyenda del cruce de caminos le iba mejor esta. Os dejo con Me and the devil blues.



Por cierto, dicen que murió envenenado por le marido de una de sus amantes. Se admiten apuestas para saber si es cierto.

sábado, diciembre 02, 2006

Wild West End

Jo, es más aburrido que la discografía de Dire Straits. Este ha sido uno de los chistes de Padre de familia que menos gracia me ha hecho, por no decir ninguna. Catalogar a Dire Straits de banda aburrida sólo esta al alcance de garrulos, pijos, canis, y demás calaña. Son los mismos que afirman que El jazz y el blues son un coñazo (Para ellos, jazz y blues es lo mismo) o Lo que tu escuchas es música de viejo (Esto ya me lo han dicho alguna vez). Lo que he de reconocer es que Dire Straits es un grupo de rock atípico. Surgieron en una época en la que, en Inglaterra, si no eras punk o heavy, estabas casi abocado al fracaso, y su base no era otra que el rock clásico de los años 50 y comienzos de los 60, el rock 'n' roll americano.

En aquella época, algo que no fuera atronar los oídos de cualquier forma posible, era un sacrilegio, ya que nacieron en el fin de una época y en el comienzo de otra. Grandes bandas como Led Zeppelin, AC/DC, Black Sabbath, Deep Purple o The Band iban a desaparecer o a cambiar, fuera por lo que fuera. Y en la época del triunfo de Sex Pistols, del Lust for Life de Iggy Pop, del inicio heavy del hasta entonces punk Judas Priest, de la aparición de unos jovenzuelos Iron Maiden, de las dos obras maestras de The Clash, London Calling y Sandinista, que apareciera Dire Straits, fue algo totalmente extraño... aunque refrescante, las cosas como son. Y lo hizo con uno de los temas insignia de la banda, Sultans of Swing, muestra del mejor rock clásico. No sabría decirlo a ciencia cierta, pero dicen que consiguieron fichar por una discográfica cuando tocaron este tema en directo, que sirvió luego como single de su primer disco, llamado como la banda.

Es uno de los escasos grupos que me gusta todo lo que hizo. Tanto su primera etapa, dedicada al rock puro y duro, como la siguiente, con toques de blues, jazz y hasta gospel. Cuando Mark Knopfler descubrió la producción, quizás se le fue un pelín la mano, pero aún así supo sacar temas brutales, como Private investigations, Your latest trick (acojonante el saxo), The man's too strong o Brother in arms. Pero la canción que yo os voy a poner va a ser del primer álbum. Wild west end es una de esas canciones que significan mucho para mi, por nostalgia, y recuerdos. Además, me tranquiliza, y el ritmo de la canción me transporta, por decirlo de alguna manera, ya que es una de las piezas más líricas del grupo. Cuando fui a Alemania con el Sevilla, me pasé buena parte del viaje escuchándola, y es otro de los muchos recuerdos que me unen a esta canción, que quizás no sea la más grande de Dire Straits, pero para mi es la que más significa.